María Bolívar – Representante a la Cámara

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Sabanalarga, Atlántico: el corazón del departamento late, pero sin rumbo

Sabanalarga es, por ubicación y vocación, el corazón del Atlántico. Su historia, su cultura y su papel en el desarrollo agrícola del departamento deberían convertirla en un eje de crecimiento regional. Pero la realidad es otra: Sabanalarga se ha convertido en un ejemplo de cómo el abandono del Estado, la desidia política y la falta de visión estratégica pueden frenar a todo un territorio.

A pesar de su riqueza natural y su posición privilegiada, el municipio parece detenido en el tiempo. La infraestructura vial está deteriorada, el comercio se estanca y la falta de empleo formal empuja a los jóvenes a emigrar hacia Barranquilla o la Costa Occidental.

Una economía sin impulso

Durante décadas, Sabanalarga fue el punto de encuentro de agricultores, ganaderos y comerciantes del Atlántico medio. Hoy, esa dinámica se ha perdido. El campo está abandonado, los productores carecen de asistencia técnica y los costos de transporte hacen inviable la competitividad.

El municipio no ha logrado atraer inversión privada ni ejecutar proyectos de desarrollo sostenible. Las administraciones se han concentrado en el corto plazo, en obras menores o en contratos que benefician a pocos, dejando de lado una verdadera agenda de desarrollo.

Desde una perspectiva de centro-derecha, la crítica es directa: sin planificación, sin gestión técnica y sin instituciones sólidas, no hay progreso posible.

La política, un obstáculo para el progreso

Sabanalarga arrastra un problema estructural: la política local se volvió un círculo cerrado. Los cargos públicos se reparten entre los mismos apellidos, las obras se usan como herramientas de campaña y la transparencia brilla por su ausencia.

El ciudadano común lo sabe: las promesas se repiten cada cuatro años, los problemas siguen siendo los mismos. No hay continuidad en los proyectos, ni compromiso con la rendición de cuentas.

Mientras tanto, la educación pública carece de recursos, el hospital municipal sobrevive con lo justo y la seguridad rural se deteriora. La gente trabaja, pero sin acompañamiento institucional.

El futuro del Atlántico pasa por Sabanalarga

El desarrollo del Atlántico no puede seguir concentrado en Barranquilla y su área metropolitana. Sabanalarga tiene el potencial para convertirse en el motor agroindustrial del departamento, pero eso exige decisiones valientes:

  • Reactivar el campo con crédito rural y asistencia técnica.
  • Recuperar las vías terciarias para conectar los corregimientos.
  • Fomentar la educación técnica y el emprendimiento local.
  • Garantizar transparencia total en la contratación pública.

El cambio no vendrá del centralismo ni del populismo, sino de una administración que entienda que gobernar es planificar, no repartir favores.

Sabanalarga no necesita discursos ni promesas, necesita gestión. Necesita un liderazgo que vea más allá del corto plazo, que devuelva la confianza y la esperanza a sus habitantes.

Porque mientras las instituciones sigan ausentes, el corazón del Atlántico seguirá latiendo… pero sin rumbo.

Daniela Gonzalez