María Bolívar – Representante a la Cámara

Mi propósito es mejorar la vida de las personas con ética, trabajo y resultados.

El Atlántico olvidado: cuando el Estado mira hacia otro lado

El departamento del Atlántico, corazón industrial y cultural del Caribe colombiano, atraviesa una paradoja que preocupa: mientras el país presume cifras de crecimiento y avances sociales, los municipios atlanticenses padecen un abandono institucional que se traduce en desempleo, inseguridad, deterioro vial y falta de oportunidades reales.

A simple vista, Barranquilla brilla con proyectos de infraestructura y eventos internacionales. Pero más allá del Malecón y los titulares, los municipios del norte y el sur del Atlántico enfrentan una realidad muy distinta: hospitales sin insumos, vías rurales en ruinas, jóvenes sin empleo y campesinos que sobreviven sin apoyo técnico ni crédito.

Una región que produce, pero no recibe

Desde una mirada neutral, el reclamo es claro: no se trata de subsidios, sino de oportunidades y presencia efectiva del Estado. El Atlántico aporta con impuestos, con industria, con turismo y con comercio; sin embargo, la inversión pública sigue concentrada en Bogotá y en unos pocos megaproyectos que poco tocan la vida cotidiana de la gente.

Mientras tanto, los pequeños empresarios luchan contra la carga tributaria, la falta de crédito y los costos energéticos más altos del país. La promesa del “Estado emprendedor” nunca llegó, y el aparato burocrático sigue sofocando la productividad local.

Seguridad y empleo: los dos frentes críticos

La seguridad se ha deteriorado. Las bandas criminales, el microtráfico y la extorsión avanzan sin que existan respuestas contundentes. En municipios como Soledad o Malambo, los comerciantes pagan “vacunas” mientras esperan un Estado que no llega.

El empleo, por su parte, se concentra en la informalidad. Jóvenes capacitados emigran o terminan en trabajos precarios. El campo, olvidado por completo, sigue sin vías ni asistencia técnica. Y mientras tanto, el discurso centralista habla de “transformación social” sin poner los pies en el territorio.

Una visión posible: menos burocracia, más territorio

Desde la perspectiva de la responsabilidad individual y el desarrollo productivo, el Atlántico no necesita dádivas, sino reglas claras, seguridad jurídica y apoyo real al emprendimiento. Menos politiquería y más presencia institucional.

Si el gobierno nacional realmente quiere cerrar brechas, debe hacerlo desde la eficiencia, no desde el asistencialismo. El Caribe no necesita más discursos, necesita estado de derecho, inversión privada y justicia que funcione.

El Atlántico no pide privilegios. Pide que se cumpla lo básico: que el Estado funcione, que las instituciones respondan, y que el desarrollo no se concentre solo en las capitales. Porque mientras el gobierno siga mirando hacia otro lado, el Atlántico seguirá siendo la puerta de oro… pero con cerraduras oxidadas.

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