Comida en la mesa, futuro en las manos.
En el Atlántico, miles de familias se acuestan con hambre.
Madres que se esfuerzan hasta lo imposible para que sus hijos no pasen necesidades.
Adultos mayores que sobreviven con lo justo.
Niños que no pueden aprender porque no tienen un plato de comida asegurado.
No podemos seguir permitiendo que el hambre sea una condena para nuestro pueblo.
Por eso nace Atlántico sin Hambre: un programa social pensado para que la alimentación digna sea un derecho real, no una promesa vacía.
¿Qué es Atlántico sin Hambre?
Es una red de ollas comunitarias, huertas locales y puntos de apoyo alimentario en barrios, corregimientos y municipios del Atlántico.
Un programa que une a la comunidad, que genera empleo y que pone comida caliente en la mesa de quienes más lo necesitan.
Atlántico sin Hambre es un modelo sencillo, humano y transparente:
comida, comunidad y oportunidades.
1. Ollas Comunitarias que Alimentan y Unen
En cada municipio crearemos espacios donde mujeres líderes, juntas de acción comunal y organizaciones sociales puedan preparar alimentos nutritivos para las familias vulnerables.
Estas ollas no solo entregan comida:
✓ Fortalecen la unión del barrio
✓ Generan espacios de apoyo y cuidado
✓ Dan empleo a mujeres que han sido invisibilizadas
✓ Rescatan la solidaridad que siempre ha caracterizado al Atlántico
Cada olla será un punto de encuentro, un lugar donde nadie se quede sin un plato de comida.
2. Huertas que Producen y Transforman
En escuelas, barrios y zonas rurales impulsaremos huertas locales que abastezcan a las ollas y generen ingresos para las comunidades.
Esto permitirá:
✔ Reducir el costo de los alimentos
✔ Enseñar a niños y jóvenes a sembrar y cuidar la tierra
✔ Fomentar el empleo rural y urbano
✔ Crear productos frescos, sanos y accesibles
Huertas fuertes, comunidades más fuertes.
3. Compras Preferentes a Agricultores Locales
El Atlántico tiene talento, tiene manos trabajadoras, tiene campesinos que producen con esfuerzo y dignidad.
Atlántico sin Hambre impulsará que una parte de los alimentos usados en las ollas y programas escolares se compre directamente a productores locales, fortaleciendo la economía del departamento y garantizando productos frescos y de calidad.
Cuando la comida se produce aquí, el bienestar se queda aquí.
4. Capacitación para Mujeres y Líderes Comunitarios
Las ollas serán también espacios de formación.
Brindaremos cursos gratuitos en:
● manipulación de alimentos
● emprendimiento
● cocina nutritiva
● gestión comunitaria
● formalización laboral
Queremos que las mujeres y líderes que sostienen estas ollas puedan crecer, emprender y mejorar su calidad de vida.
5. Alianzas y Banco de Alimentos
Crearemos redes con empresas, organizaciones sociales, supermercados y programas agrícolas para aprovechar excedentes y donaciones de alimentos.
Nada se pierde.
Todo se transforma en bienestar para las familias.
¿Qué lograremos con Atlántico sin Hambre?
Con este programa, el Atlántico podrá:
✔ Garantizar comida para miles de familias vulnerables
✔ Reducir el hambre y la desnutrición infantil
✔ Generar empleo para mujeres y jóvenes
✔ Fortalecer la economía local
✔ Recuperar la unión y la solidaridad entre barrios
✔ Impulsar la producción agrícola del departamento
✔ Crear espacios de participación y organización comunitaria
✔ Reforzar el PAE en los colegios, complementando la alimentación escolar
Mesa Atlántico es más que un programa: Es un acto de dignidad.
¿Por qué lo impulsaré desde la Cámara de Representantes?
Porque el hambre no se combate con discursos, sino con soluciones reales, sostenibles y cercanas al territorio.
- Desde la Cámara promoveré:
Recursos para fortalecer las ollas
Financiación estable
Compras públicas a productores locales
Alianzas con colegios, municipios y organizaciones sociales
Incentivos para empresas que se sumen a combatir el hambre
Mi compromiso es que en el Atlántico ningún niño vuelva a estudiar con el estómago vacío y que ninguna familia vuelva a escoger entre comer o pagar un servicio.
Atlántico sin Hambre
Comida en la mesa, futuro en las manos.
Este será uno de los programas que dejarán huella en nuestro departamento.
Porque el desarrollo no se mide en cemento, se mide en dignidad.
Y la dignidad empieza por el derecho más básico: alimentarnos.
